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.La máquina siseaba como un dragón cuya paciencia estuviera a punto de agotarse.Parecía preocupantemente vivo.Detrás, había una fila de vagones de pasajeros construidos según la misma simetría cuádruple, engranados con los mismos raíles.—¿Eso es el.?—.Céfiro de Ciudad Abismo —completó Quirrenbach—.Toda una bestia, ¿verdad?—¿Me estás diciendo que esa cosa se mueve de verdad?—No tendría mucho sentido si no lo hiciera.—Lo miré, así que siguió hablando—.He oído que solían usar trenes de levitación magnética para ir a Ciudad Abismo y para salir de las otras colonias.Atravesaban túneles de vacío.Pero deben de haber dejado de funcionar tras la plaga.—¿Y pensaron que sustituirlos por esto era buena idea?—No tenían mucha elección.No creo que nadie tenga ya prisa por llegar a ningún sitio, así que no importa que los trenes no puedan ir a la velocidad supersónica de antaño.Un par de cientos de kilómetros por hora es más que suficiente, incluso para viajes a otras colonias.Quirrenbach comenzó a andar hacia la parte de atrás del tren, donde estaban las rampas que conducían a los vagones de pasajeros.—¿Por qué vapor?—Porque no existen combustibles fósiles en Yellowstone.Algunos generadores nucleares siguen funcionando pero, en general, el abismo en sí es la única fuente de energía útil que hay por aquí.Por eso gran parte de la ciudad funciona gracias a la presión de vapor en la actualidad.—Sigue sin convencerme, Quirrenbach.No das un paso atrás de seiscientos años solo porque ya no puedes usar la nanotecnología.—Quizá sí.Cuando llegó la plaga afectó a más cosas de las que piensas.Casi toda la fabricación llevaba siglos realizándose con nanotecnología.La producción de materiales; el modelado.de repente todo se hizo mucho más tosco.Hasta las cosas que no usaban de por sí la nanotecnología se habían fabricado con ella; se habían diseñado con tolerancias increíblemente ajustadas.Esas cosas no podían volver a copiarse.No era solo cuestión de adaptarse a cosas un poco menos sofisticadas.Tuvieron que volver a donde estaban justo antes de alcanzar cierta estabilidad para poder comenzar de nuevo la construcción.Eso significaba trabajar con técnicas de metalistería y metales de forjado rudimentarios.Y recuerda que muchos de los datos sobre esas cosas también se habían perdido.Iban a ciegas.Era como si alguien del siglo veintiuno intentara averiguar cómo hacer una espada medieval sin saber nada de metalurgia.Saber que algo es primitivo no quiere decir que sea más fácil de redescubrir.—Quirrenbach hizo una pausa para recuperar el aliento, de pie bajo un ruidoso tablero de información.Mostraba las salidas hacia Ciudad Abismo, Ferrisville, Loreanville, Nueva Europa y más allá, pero solo salía un tren al día que no fuera a Ciudad Abismo—.Así que hicieron lo mejor que pudieron —siguió Quirrenbach—.Por supuesto, alguna tecnología ha sobrevivido a la plaga.Por eso seguirás viendo reliquias, hasta aquí (criados, vehículos), pero suelen ser propiedad de los ricos.Tienen todos los generadores nucleares y las pocas centrales eléctricas de antimateria que quedan en la ciudad.Supongo que el Mantillo será otra historia.Y peligroso.Mientras hablaba, miré el tablero de información.Me habría facilitado el trabajo que Reivich hubiera cogido un tren a una de las colonias más pequeñas, donde hubiera llamado más la atención y no podría escaparse, pero pensé que era muy probable que hubiera cogido el primer tren a Ciudad Abismo.Pagamos nuestros billetes y subimos al tren.Los vagones unidos a la locomotora parecían más viejos que el resto y, por tanto, mucho más modernos; los habían recuperado del viejo tren magnético y los habían montado sobre ruedas.Las puertas de iris se cerraron y la procesión se puso en marcha con estrépito, arrastrándose como si caminara para después aumentar la velocidad de forma laboriosa.Se oyó el chillido intermitente de las ruedas al deslizarse; después, el recorrido se hizo más tranquilo y pudimos ver cómo el vapor formaba nubes que íbamos dejando atrás.El tren se abrió paso a través de la puerta de iris de uno de los estrechos túneles; después pasamos a través de una serie de cierres a presión hasta que debimos empezar a atravesar zonas casi al vacío.El trayecto se volvió silencioso como un fantasma.El compartimento de pasajeros estaba atestado como el transporte de una prisión, y los pasajeros parecían casi dormidos, como prisioneros drogados que llevaran a centros de arresto.Unas pantallas salieron del techo y comenzaron a repetir anuncios, pero se referían a productos y servicios que seguramente no habrían sobrevivido a la plaga.Cerca de uno de los extremos pude ver a un montón de palanquines, agrupados como una colección de ataúdes en la habitación trasera de una funeraria.—Lo primero que debemos hacer es quitarnos estos implantes —dijo Quirrenbach tras inclinarse sobre mí en plan conspirador—.No puedo soportar la idea de tener esas cosas en la cabeza.—Seguro que encontramos a alguien que pueda hacerlo con rapidez —dije.—Y con seguridad.una cosa no sirve de mucho sin la otra.Sonreí.—Creo que ya es un poco tarde para preocuparse por la seguridad, ¿no te parece?Quirrenbach frunció los labios.Junto a nosotros, una pantalla nos mostraba el anuncio de una moderna máquina voladora, algo parecido a uno de nuestros volantores, salvo que parecía fabricado con partes de insectos.Pero entonces la pantalla se llenó de estática y apareció una mujer con aspecto de geisha.—Bienvenidos a bordo del Céfiro Ciudad Abismo.—La cara de la mujer me recordaba a una muñeca de porcelana con labios pintados y mejillas sonrosadas.Llevaba un traje plateado absurdamente elaborado que se curvaba hacia arriba detrás de la cabeza—.Nos encontramos en tránsito por el túnel Transcaldera y llegaremos a la Estación Central en ocho minutos.Esperamos que disfrute de su viaje con nosotros y que disfrute de una agradable y próspera estancia en Ciudad Abismo.Mientras llegamos a nuestro destino, le invitamos a conocer algunos de los lugares más importantes de nuestra ciudad.—Esto va a ser interesante —comentó Quirrenbach.Las ventanas del vagón parpadearon y se convirtieron en pantallas holográficas; dejaron de mostrar las paredes en movimiento y nos ofrecieron una impresionante vista de la ciudad, justo como si el tren hubiera atravesado el túnel del tiempo para saltar siete años hacia atrás en la historia.El tren pasaba junto a estructuras de ensueño que se elevaban de forma vertiginosa a ambos lados, como montañas esculpidas en ópalo sólido u obsidiana.Debajo de nosotros había una serie de niveles escalonados, adornados con preciosos jardines y lagos, unidos mediante pasarelas y tubos de tránsito público.Disminuían al adentrarse en una profunda neblina azul, surcada por escarpados abismos llenos de luces de neón, inmensas plazas escalonadas y paredes de roca.El aire estaba lleno del constante zumbido de coloridos vehículos aéreos, algunos de los cuales tenían forma de libélulas o colibríes exóticos [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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